jueves, 19 de abril de 2012

¡Vaya cadena de despropósitos!


Hechos:

1.- El Rey se rompe la cadera en Botsuana mientras está en una cacería de elefantes.

2.- Sale un chiquilicuatre con pinta de pijo relamido, que resulta ser nada menos que el VICEportavoz del PP (ahí es ná), y se permite poner al Jefe del Estado a los pies de los caballos insinuando que se ha ido sin conocimiento del gobierno.

3.- Bobadas varias de los miembros del gobierno sobre si se sabía o no se sabía que el Rey se había ido de caza (otra cosa son los comentarios de la oposición, que seguramente también desconocían los detalles sobre el viaje que ahora conocemos –véase punto 4).

4.- Sale a la luz que el viaje está pagado por el amigo del Rey que “consiguió” para España el contrato del AVE a la Meca.

5.- Se obliga al Jefe del Estado a pedir perdón en televisión de forma infantil (esto, si es que hay que hacerlo, se tiene que hacer por el propio gobierno con una nota de la Casa Real).

6.- No dimite nadie del gobierno.

Cuando redacté  mi post anterior, no se sabía el vital punto 4, que cambia por completo el panorama (afortunadamente sí que me referí a la necesidad de que el Rey alterne con individuos de diferente ralea en beneficio de los intereses de España, lo que nos ha servido, por ejemplo, para conseguir ese sustancioso contrato ferroviario desplazando a los franceses).

Lo único que chirría son los pobres elefantes (también dije que la caza –que me repugna- es una de las herramientas indispensables para la gestión de los parques nacionales, si es que se hace bien), pero dejando eso de lado quien merece una disculpa es el Rey.

El Rey nos sirve para eso, para hacer amigos, de los que España se aprovecha. Y a los amigos hay que corresponderles, y estos árabes son muy mirados para estas cosas. ¿Cómo va a desairar el Rey a ese señor por muy repugnante que nos resulte la caza de elefantes? ¿No se saca a cenar (y a lo que corresponda después) a los jefes de compras de cualquier empresa de medio pelo? Las relaciones personales son vitales en el mundo de los negocios, y en la política internacional, donde la mayoría de los actores cambian cada x años, más todavía.

Si tuviéramos un gobierno como corresponde, la sucesión de hechos tendría que haber sido la siguiente:

1.- El gobierno pide al Rey que agasaje al árabe como corresponda.

2.- El Rey se rompe la cadera en Botsuana mientras está en una cacería de elefantes invitado por ese señor.

3.- El gobierno sale en pleno a defender la gestión del Rey en interés de España.

Al margen queda su presunto affaire extraconyugal. Sería el primer Borbón que desaprovechara una ocasión así pero, en cualquier caso, eso es un asunto que tendrá que tratar con la Reina. 

Y que esto tenga que decirlo alguien como yo...

lunes, 16 de abril de 2012

¿Y si el Rey estuviera gagá y Rajoy fuera un incompetente?


El curioso incidente del monarca en Botswana tiene más facetas que un diamante bien tallado.

La primera, la absoluta falta de sensibilidad social de un rey que, en unos momentos de depresión económica sin precedentes, se da el lujazo de irse de cacería a un país africano.

La segunda, lo que es muy grave y a cualquier cargo público le costaría el puesto, que ese viaje se lo haya pagado un grupo de empresarios que viajaron con él en un avión privado y cuyos nombres, no me puedo explicar por qué, no han trascendido. Salpicada como está la monarquía por corruptelas varias, esto es a estas alturas inaceptable.

La tercera, que el sentir placer por la caza mayor, que de habitual consiste en ejecutar a un bicho que otro te pone a tiro, hace cuestionarse a qué lado de la escopeta está el más animal de los dos.

La cuarta, que la caza sea de elefantes, un animal que goza en casi todos los países en los que habita, de una protección especial. Y ello independientemente de que la caza sea uno de los medios de gestión de los parques nacionales para evitar la sobrepoblación de algunas especies que no pueden ser abatidas por los depredadores y que no tienen la salida de expandirse por otros territorios.

La quinta, que el presidente de honor de WWF sea un conspicuo cazador.

La sexta, que no es la primera vez que se le pilla al rey en una de estas: recordemos el oso borracho de Rusia.

La séptima, que el rey no puede poner en peligro la cohesión social de este país por darse un caprichito fuera de lugar en el fondo, en la forma y en razón de su casi octogenaria edad.

La octava, que el rey fuera a Botswana no sólo para cazar elefantes, sino también a alguna conejita de dos patas con quien ya se le había relacionado en el pasado.

La novena, que en su comportamiento privado (si es que lo tuviera, que yo lo dudo), el rey actúe con total desprecio al sentir general de los españoles, que consideran execrables este tipo de actividades.

Y la décima, y quizás la más importante, que el gobierno de España, que ahora está lleno de listos, no se hubiera dado cuenta de que el rey había salido de viaje y para qué.

Con todo esto (y seguramente con algo más), el rey ha demostrado que, a día de hoy, carece de capacidad para ejercer la jefatura de un estado como el español, quizás de mayoritaria ideología republicana pero de convicción juancarlista.

Yo, como puede suponerse, estoy en contra de la caza. Me parece que ese placer por matar que experimentan los cazadores deberían hacérselo mirar por un especialista, pero aun así, reconozco que el rey debe ser cazador. Y debe serlo porque no puede dejarse de lado la posibilidad de relacionarse socialmente con los típicos satrapillas que gozan con esta actividad. Debe ser cazador, esquiador, golfista, navegante, sportsman en general, para poder alternar en cualquier ocasión con quien sea necesario. Pero de ahí a que organice su vida y la de su país en torno a esas aficiones va un trecho.

Por otro lado, el pensar que el rey puede disponer de su vida privada a su antojo, creo que es desconocer su papel y las circunstancias en las que lo asumió y lo ejerce. Un rey no tiene que someterse a elecciones cada cuatro años, sino cada día. Ésa es la servidumbre que tiene tan alta dignidad (¿y si la cadera se la hubiera roto en un local de alterne en Bangkok?).

Y aquí es donde entramos en la responsabilidad del gobierno de Rajoy: si autorizaron el viaje malo, pero si lo desconocían, peor. Alguna cabeza tiene que rodar (y lo digo en sentido figurado, que cuando se habla de monarquía y de rodar cabezas, alguien puede querer ser demasiado literal). Esto por un lado. Por el otro, el Gobierno de España no puede dejar con el culo al aire al Jefe del Estado: si éste se ha ido sin permiso, no debe reconocerlo así, sino lavar ese trapo sucio en casa y adoptar las medidas necesarias para que el rey no vuelva a hacer de su capa un sayo (esas medidas debería haberlas tomado hace tiempo para prever estos y otros conocidos desvaríos de Don Juan Carlos).

Comparto al cien por cien las declaraciones de Tomás Gómez, seguramente el único que ha hablado con sensatez y firmeza en este asunto. Al rey le quedan cada vez menos años por vivir, y seguramente tiene derecho después de sus grandes e innegables servicios a España (por otro lado bien retribuidos), a elegir cómo quiere pasarlos. Pero si su elección es incompatible con la alta dignidad que su puesto requiere, tiene que abdicar en su hijo, lo cual no es ninguna tragedia ni ningún desdoro. Así, podrá ganarse el derecho a una vida privada que yo, desde luego, al Rey de España no le reconozco.

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Y qué dice la Iglesia...


…de la ciudad del juego en España?

¿Cuál es su posición pastoral con respecto a un negocio que estimula los más bajos instintos de los ciudadanos?

No por casualidad a Las Vegas, la de verdad, se le conoce con el sobrenombre de sin city. ¿No va a abrir la boca Rouco sobre el proyecto español de la ciudad del pecado? ¿O tal vez piensa ya en celebrar en ella la próxima Jornada Mundial de la Juventud? Desde luego los chavales se lo iban a pasar mucho mejor, aunque, eso sí, en lugar de dormir en iglesias de barrio, tendrán que albergarse en casinos, salas de fiesta y prostíbulos. ¡Qué se le va a hacer!

A mí, que soy un rojo demoníaco, me llama la atención como dos partidos (PP y CiU) de esencia católica (o al menos eso dicen ellos), con dirigentes (algunos) de misa diaria y escapulario en el bolsillo, se estén disputando como lobos hambrientos la carroña del juego, la droga, el alcohol y la prostitución.

Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Es un conocido adagio americano sobre el despendole sin consecuencias que se ofrece y se busca en esa ciudad por los ciudadanos estadounidenses de bien, esos que leen la Biblia a diario y que tienen en la boca a Dios y en la mano la pistola. Y eso parece que les hace tilín a los Aguirre, Botella, Montoro, Rajoy, Mas, Trías, Durán y todos los demás. A mí no me cuesta trabajo imaginarme a la Aguirre y a la Botella, cachondas donde las haya, de rodillas en la cama, en ropa interior, con una botella espumosa de champán en la mano y con la corbata de un musculoso y complaciente gigoló (liberal, eso sí), en la cabeza. ¿Y a usted?