jueves, 23 de junio de 2011

El éxito de la corrupción moral vasca.

Ya se consumó el asalto al poder de Bildu/Batasuna/ETA. Por si alguien lo dudaba, el discurso del nuevo Diputado General de Guipúzcoa, Martín Garitano no deja lugar a engaños: conflicto vasco, victimización de los verdugos, negociación ETA-Estado, asesinos entre los invitados a la toma de posesión y demás lindezas.
Esta alta representación, unida a la toma del poder en cientos de ayuntamientos, refleja el éxito, no de una ideología, que se puede ser independentista sin ser filo-asesino, sino de un estado de vileza moral de una parte importante de la ciudadanía vasca.

Hablamos, y con razón, de la degeneración ética de los valencianos, que apoyan mayoritariamente a un gobierno mordido por la corrupción económica. ¿Qué no pensar de esos ciudadanos que votan a los que asesinan, coaccionan y han convertido el País Vasco para aquellos que no comulgan con los independentistas en un campo de concentración?

Ya se ha dado el primer e importante paso: desproteger a los amenazados por ETA. Ahora, con un montón de dinero para gestionar y mucho poder e información para coaccionar, el itinerario de ETA para la limpieza étnica del País Vasco está más despejado.

El País Vasco recuerda los inicios de la Alemania nazi, en la que gracias a los votos de millones de “ciudadanos de bien”, asesinos psicópatas tomaron las riendas de un país mientras aquéllos les jaleaban y la mayoría de los demás miraban para otro lado cuando los trenes llenos de judíos pasaban por delante de sus casas. Porque también para otro lado miran los “honorables” votantes de los partidos nacionalistas, que en ningún caso tienen como primer punto de su orden del día el respeto a los derechos humanos de sus conciudadanos, el derecho a discrepar de sus vecinos de escalera. Unos mueven el árbol y otros recogen sus frutos, Arzallus dixit.

En el País Vasco hay centenares de miles de “ciudadanos de bien” que no merecen, habida cuenta de su bajeza moral demostrada con el voto, otro calificativo que el de escoria. Uno de ellos, ahora, es Diputado General. Ahora, y vista la pifia del Tribunal Constitucional, no nos queda otra que confiar en el Ministerio del Interior. Que sea cuanto antes. 

miércoles, 8 de junio de 2011

Ideología, estupidez y victoria electoral del PP.

Cuando un gobierno que como el de la Comunidad de Madrid ha maltratado hasta el infinito a los ciudadanos; que ha agredido a todos y cada uno de los sectores sociales y profesionales (con la excepción, eso sí, de los empresarios aguirristas); que se ha visto salpicado por tramas de corrupción organizadas; que ha degradado los servicios públicos como nunca hasta ahora; que ha repartido entre los amiguetes los mejores negocios de la región; que se ha convertido en una lacra para todos, incluidos sus compañeros de partido; cuando un gobierno tan nefasto vuelve a conseguir que la mayoría de esos ciudadanos a los que ha perjudicado vuelvan a confiarle su voto, estamos ante una situación que merece un análisis detallado. 

Sabemos ya que los ciudadanos de derechas votan siempre a los suyos. Independientemente de lo que hagan. Votan contra la izquierda, aunque la derecha les esté hurtando derechos y servicios que por derecho les corresponden. Por el contrario, los ciudadanos de izquierdas en este país no tienen tan altas cotas de fidelidad. Habiendo en España una mayoría sociológica progresista, sin embargo el apoyo de estos ciudadanos a partidos de izquierdas, es más limitado y condicionado. 

Así, cuando alguna circunstancia, como fue la guerra de Irak, agita conciencias y corazones, los progresistas dicen basta y se movilizan para echar a la derecha del poder. Pero cuando esto no sucede, entonces hay muchos que “se la cogen con papel de fumar” y encuentran cualquier excusa para quedarse en casa y no dar su voto a alguno de los partidos más cercanos a su ideología. La exigencia de los ciudadanos de izquierdas hacia la acción política de los partidos de progreso hace que, en ocasiones, ésos no tengan reparo en entregar a los conservadores el poder por un quítame allá esas pajas.

Por eso el PP se afana en desprestigiar la política. Su objetivo fundamental es hacer cundir el desánimo entre la ciudadanía y fomentar la abstención, mayoritariamente de izquierdas. Ya no propone nada, sólo critica, emponzoña y hace demagogia.

Luego están los imbéciles. El otro día entrevistaron a un joven en silla de ruedas en la Puerta del Sol, que criticaba al gobierno socialista porque con la Ley de Dependencia lo único que pretendía era dejarle en casa a cambio de un sueldo. Yo no sé si a tamaño majadero, su madre, harta como estará de limpiarle el culo, le habrá echado a patadas de casa. Seguramente no, porque las madres, no como yo, lo entienden y perdonan todo.

El PSOE está así en una encrucijada imposible: aquéllos que más se benefician con su acción de gobierno no dudan en darle la espalda a las primeras de cambio, mientras que del reservorio de votos de la derecha (incluidos los “dependientes”) no va a sacar nada aunque les ponga un piso con piscina.

Y lo malo es que el número de necios no para de crecer.