martes, 8 de noviembre de 2011

El debate del debate.

Curioso mundo éste en el que lo más importante de un debate entre los dos candidatos a Presidente del Gobierno de la Nación (ahí es nada) para los próximos 4 años, es discutir sobre quién lo ganó.

Porque esto no es un partido de fútbol, en el que gana quien termina los noventa minutos con el marcador a su favor. No. Aquí hay que establecer unos parámetros, más o menos subjetivos, para dar un veredicto.

Un ingenuo podría pensar que quien tiene un buen programa y lo presenta mejor es el que gana. Pero ingenuos quedan pocos (o muchos: ya veremos el 21 de noviembre). Parece que de lo que se trata es de ver quién se sale con la suya: Rubalcaba de justificar la política del anterior gobierno y de presentarse para el futuro como el garante de la conservación de las conquistas sociales de los trabajadores, y Rajoy de mantener oculto su programa, de no decirnos que va, como suele hacer la derecha, a gobernar para los que lo necesitan menos.

Los medios hoy, en general, dicen que fue Rajoy quien mejor lo hizo, esto es, que logró salir del debate sin desvelar uno solo de los cogotazos que nos tiene preparados para la próxima legislatura. Y para ello no tuvo reparos en decir que él no se había leído su propio programa (eso ya lo sabíamos todos: la única lectura que se le reconoce en los últimos años es el Marca).

Y ahora, ya que no hay más debates, a los ciudadanos nos toca elegir: al aclamado como ganador del debate, o a quien sólo ha conseguido sacarle al otro que ni se ha leído su propio programa ni le interesa lo más mínimo lo que ponga en él.

Queda un último esfuerzo para que los tres millones de españoles que dicen que irán a votar pero que no saben (o no quieren decirlo) a quién, reflexionen sobre qué partido está en condiciones de garantizar mejor que el tránsito por los años duros no se va a hacer recortando derechos, y sobre qué partido va a aprovechar la coyuntura para terminar con las conquistas sociales de los ciudadanos y, de paso, hacer objeto de negocio todas y cada una de ellas. Tampoco estaría de más esta reflexión en los presuntos izquierdistas que nunca votan porque todos son iguales (de los anarquistas de derechas mejor no hablar, porque éstos sí que cada cuatro años son fieles a la llamada del cornetín pepero).

Habida cuenta de que en Madrid la Espe sigue sacando mayoría absoluta pese a las barrabasadas que viene haciendo legislatura tras legislatura, yo no soy muy optimista en lo que al número de ingenuos se refiere...

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