sábado, 15 de enero de 2011

Otra vez Aznar.

Esa mirada aviesa...
Si José María Aznar hubiera sido actor, habría sido uno de esos actores de carácter especializados en un papel concreto. Nadie se imaginaría a Ernest Borgnine haciendo de galán, a Karl Malden de hombrecillo pusilánime o a Gracita Morales de Reina de Inglaterra. Yo siempre he visto a Aznar con el perfecto físico, la apariencia exacta del traidor de película de serie B. No un espía, un quintacolumnista o un agente secreto, sino aquel personaje execrable que, presuntamente amigo de toda la vida del protagonista y depositario de su total confianza, vive sin embargo preso de una envidia y un rencor ancestrales hacia él, reduciéndose su papel a la búsqueda de un momento de debilidad para entregarle al enemigo.

El espectador llega a dudar si el actor encasillado en un mismo personaje termina por parecerse a éste, o si se da el proceso inverso, esto es, que determinados actores con una personalidad específica son escogidos para que la representen sobre las tablas. Johnny Weissmüller terminó sus días en el psiquiátrico gritando como Tarzán. No sé si Agustín González iba gesticulando y dando gritos por la calle cuando fue descubierto por algún director con un “papel de Agustín González” disponible.

Tampoco sé cuál es el caso de Aznar, si ha sido siempre un traidorzuelo a los intereses de España o ha sido el ejercicio de este papel autoimpuesto lo que ha acabado por identificarle con él y, así, aprovechar cualquier micrófono y cualquier foro para hablar mal de España, que no de su Gobierno, poniendo a los pies de los caballos los intereses de la Nación entera.

miércoles, 12 de enero de 2011

¿Quién es María Luisa Cava de Llano y Carrió?


Una vieja luchadora por las libertades.
 Asómbrense, es la Defensora del Pueblo en funciones tras la marcha de Enrique Múgica. El curriculum que presenta para hacerse merecedora de tal cargo es impresionante: irrumpe en política en Alianza Popular, pasa al PP, donde la nombran subsecretaria (ni siquiera secretaria) del partido en las Islas Baleares. A partir de ahí, y de 1993 a 2000, diputada en Cortes (¿alguien ha visto alguna vez su cara en la tribuna del Parlamento? Yo no.). Su lucha por las libertades cívicas es desconocida. Vamos, inexistente.

Pero ahora se ha destapado como adalid de los débiles ante los fuertes. Esta señora no ha tenido reparos en decir que quiere una ley del tabaco que "concilie intereses" y que "no perjudique a nadie" porque, a su juicio, "la gente ya está harta de prohibiciones y necesita libertad de movimiento para discernir entre lo que molesta o no a los demás".

De esta flor sólo puede sacarse una cosa en claro: Doña Marisa (o su señor esposo) fuma.

“Una ley que no perjudique a nadie”. A los no fumadores la única ley que no nos perjudica, visto lo sucedido con la anterior, es una ley que obligue a los fumadores a que nos respeten, ya que nunca jamás lo han hecho voluntariamente (¿alguien ha visto a algún fumador en un bar preguntar si molesta a alguien su insalubre vicio?).

“La gente está harta de prohibiciones”. ¿De repente y cuando se aprueba una ley que defiende a la mayoría de la población (70% de españoles que no fuma) frente a los adictos a la nicotina? Su partido de toda la vida, Alianza Popular, abogaba hasta por la prohibición del divorcio (y no digamos del Partido Comunista), señora mía.

“Necesita libertad de movimiento para discernir entre los que molesta o no a los demás”. Pues muy bien, como según su teoría es cada individuo quien tiene que decidir lo que molesta o no a los demás, comprenderá usted que yo tenga la libertad de movimiento necesaria para decidir que llamarle incompetente e ignorante no tenga porqué causarle la más mínima de las molestias.

domingo, 9 de enero de 2011

Nicotina, alquitrán y Francisco Álvarez Cascos.

Pues que haya suerte!!
Dos estupendas noticias para abrir el año (ya era hora): la abolición de la obligación de fumar para quienes no deseamos hacerlo en lugares públicos, y la escisión (aun a pequeña escala) de la derecha más extrema del PP.

Con respecto a la primera, no encuentro manera de expresar mi agradecimiento a quienes lo han hecho posible. Ahora sólo queda exigir a los poderes públicos competentes su cumplimiento (que parece está siendo generalizado) y la sanción ejemplarizante para esos pocos hosteleros que han decidido que su particular antojo está por encima de lo establecido por la voluntad general de la nación expresada a través del Parlamento, en una ley aprobada con el consenso general de todas las fuerzas políticas.

La segunda noticia no es tan importante para el día a día del ciudadano medio, pero su alcance político puede ser enorme. La refundación de la antigua Alianza Popular en el Partido Popular supuso la inclusión en él (no la desaparición como creyeron algunos) de los grupúsculos tanto políticos como sociológicos, de la más rancia extrema derecha franquista de este país. Fuerza Nueva desapareció del mapa político español, y su electorado pasó a engrosar sin solución de continuidad las filas del PP. Esto, que en su momento suscitó el aplauso general, dio lugar a lo que sucede siempre en estos casos: los extremistas acabaron por hacerse con las riendas de la organización que parasitaron. En el PP había sucedido ya con esa “derecha sin complejos” que gobernó España hasta el 2004, y cuyo adalid era, precisamente, el ínclito Álvarez Cascos.

Esta derecha entre la derecha, jaleada por el mismísimo José María Aznar, su líder natural, no puede consentir el verse relegada a la cuarta fila que le corresponde si es que el PP quiere presentarse, como es exigido para ganar las elecciones generales, como un partido centrado. Muchos habían amagado antes, incluida la propia “lideresa”, pero ha tenido que ser el “Macho Cascos”, quien haya tomado la iniciativa de lo que puede ser la aparición de un “tea party” a la española (vista la bronca personalidad de su líder asturiano, un “cazalla party”).

Buena noticia, insisto. No ya por el perjuicio electoral que esa división supondría para el conjunto de la derecha, sino porque siempre es bueno aclarar posiciones, saber qué tipo de derecha nos quiere gobernar, y si es acaso esa que ha estado lamiéndose las heridas en su oscura caverna desde la desaparición de su añorado caudillo.